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Vilar do Barrio-Orense - 32km (+ 5 en guagua)




De vez en cuando la vida nos besa en la boca (dice Serrat), y hoy fue un día de esos. No al comienzo del día, porque el el despertador no le gusta a nadie. Desayunamos en un bar frente al albergue donde se nos hicieron las 8 de la mañana. Según David, sólo nos esperaban 25 km hasta Orense: resultaron 32 por su cuentakilómetros al final. El día nublado, perfecto para caminar.


La etapa, aunque larga, fue casi todo el tiempo llana, y eso facilita las cosas. Comenzamos el camino por una carretera de largas rectas, cruzando alguna aldea y extensos campos cultivados. Era fácil caminar. La conversación, amena.


Así fuimos avanzando hasta entrar en un bosque encantado, donde no podíamos más que asombrarnos a cada paso con cada inmenso árbol, con el recodo anegado por un riachuelo, con los sonidos, los olores... La maravilla constante.


Así llegamos a Xunqueira de Ambía. A partir de ahí se unió a nuestro día Cristina y Chealsea, dos chicas americanas que vienen haciendo el camino, y que coinciden con nosotros desde Laza. Diana, que habla muy bien inglés, habla con ellas y nos traduce.


El pueblo de las fotos anteriores es Xunqueira de Ambía, donde hay albergue y era la idea inicial quedarnos, pero David casi nos convenció el día anterior para tirar hasta Orense. Fue un poco locura y todo lo contrario de nuestra filosofía de este camino: caminar poco, disfrutar mucho...; el día de hoy, caminamos mucho, disfrutamos mucho.


Paramos en varios bares del camino, no por vicio, por necesidad: eran las 7.30 cuando llegamos al albergue de Orense. Afortunadamente, fue el día que más pueblos con bar atravesamos. La etapa se hizo enorme, y como remete final, un polígono industrial interminable. Apareció el miedo a las lesiones. Los últimos 5 o 6 kms, en bus (en los 32 km no los estoy contando), porque no tenía sentido caminar hasta los 37 y dejar la aventura en medio de ese polígono.


En la puerta del albergue, cola de peregrinas impolutas con mochilas de kilo y medio y zapatos sin rastro de polvo. Nos instalamos, pusimos lavadora y apareció Marco. Todo bueno, diría él...
A Sergio le aparecieron dos ampollas; yo me sentí cansada de piernas pero bien. Mañana se verá...
La cena le tocó a Diana. Pasta con verduras, verdaderamente buena. 











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