Todo el mundo desaconsejaba el camino original por las obras del AVE, que por aquí están omnipresentes, así que ayer hablamos mucho del plan B, que consistía en carretera, carretera, carretera... Pero el plan A, camino, camino, camino... ganó finalmente, arriesgándonos a desperdiciar fuerzas y kilómetros, lo que en el camino es algo malo que te puede suceder.
Comenzamos el día por el fondo del valle, junto al río, viendo incluso algún corzo imposible de fotografiar: el locus amoenus se imponía a cada paso. Olores, sonido de agua y de pájaros, frescor, verdor, la naturaleza con fuerza arrancaba todas las admiraciones posibles.
Disfrutando, llegamos a la primera duda por las obras del AVE pero un trabajador, y eso que es domingo, nos dio información valiosa, con lo que seguimos adelante con cierta facilidad. Sergio investigó un poquito, de camino.
Así comenzamos el ascenso al puerto de El Padornelo, que es el más alto desde Sevilla, pero que no se hizo nada difícil, por lo que recordé mucho los paseos desde mi casa a el llano de los Jables, que algo tendrá que ver con lo bien que subimos hasta arriba y coronamos el puerto.
Llegamos así al bar en El Padornelo. Allí nos alcanzó Marco, que hizo el resto de la etapa con nosotros.
Un par de km por carretera, nueva ignorada a las insistentes recomendaciones de seguir por carretera y, de nuevo, el paraíso.
Un poco más adelante, el pueblo de Lubian. Y allí la rutina diaria del camino.
Por la noche, cena excelente el bar Javi. Lo recomiendo. Yo cené sopa y lasaña.
Luego, Argentina-Alemania. A esta hora comienza la segunda parte. ¡Vamos, Messi!
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