Salimos del horrible albergue de Caminha a las 7.30, y caminamos cerca del río hasta el embarcadero donde se cogen los barcos taxi que se llenan con 6 personas y te trasladan, por 6 euros, hasta Galicia. Allí empieza la primera etapa en España del Camino Portugués.
Sr trataba de una especie denplaneadora que iba a toda leche sobre el agua. Apenas duró 5 minutos el viaje y fue muy divertido porque no hubo tiempo para marear siquiera. El patrón nos recomendó seguir por una variante no señalada algo más larga, pero que iba pegada al mar. Resultó espectacular, porque ya yo echaba de menos el mar.
Y así, bordeando la ría por un paisaje hipnótico, entramos en A Guarda, donde es la tercera vez que estoy: la primera hace muchos años, con Sergio. Tengo preciosos recuerdos de esa vez... La segunda vez, con Carlos, en un viaje que hicimos juntos a Vigo. Lo llevé a repetir la subida a Santa Tegra que había hecho con Sergio. Encontré un bosque mucho más degradado. Una pena...
Al entrar a la barroca iglesia del pueblo nos volvimos a encontrar con dos peregrinos que habíamos visto ayer en Caminha, tanto en el albergue como en el pub donde cenamos la hamburguesa. Nos alegró verlos y conversamos un ratito. Más tarde serían unos perfectos compañeros viaje durante algunos kilómetros. Teresa y Víctor son primos y portugueses. Son de Viana do Castelo y son muy buena gente. Espero lean mi blog y me escriban algo.
He de decir que por momentos renegué del Camino al ver que se llenaba de gente sin mochila y con guagua de apoyo. Eso ofende al caminante cansado de días de peso en la espalda y dolor en los pies. Supongo que de todo ha de haber así que quizás mi queja no tenga que tener lugar.
Un tentempié en el Camino y sólo quedaba llegar a Oia para acabar la etapa del día.
Pero en Oia no estaba el albergue. Había que continuar tres kilómetros más, hasta un barrio a las afueras. Aquí nos despedimos de Teresa y Víctor; ojalá tengan buen Camino!Y seguimos adelante, ya muy cansados, como casi siempre al final de una etapa que, como casi siempre fue más larga de lo esperado.
Fuimos a cenar con Miguel, un chico de Melilla que conocimos hoy. En el restaurante se nos unió una mujer canadiense que lo conocía.
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