Sergio y yo habíamos habilitado una suite privada en el albergue de A Laxe, donde el calor y los mosquitos nos dieron una mala noche a los peregrinos.
Salimos a las 7.45 del albergue ya vacío. Íbamos a desayunar al restaurante María José, que el día anterior nos dio de almorzar y nos aseguro que abría a las 7. Porca mísera! Estaba cerrado!
Caminamos sin energía 9 km hasta Silleda, un pueblo muy grande donde, por fin, pudimos tomar café con leche, sándwich y churros. Antes pasamos bajo un enorme puente y también tuvimos el privilegio de cruzar un puente medieval del siglo IX, ambos sobré el río Daza.
El Silleda, esperando la guagua, nos reencontramos con Diana. Había pasado lo peor de la gastroenteritis gracias a un pinchazo en el centro de salud de Silleda. Había dormido toda la tarde y toda la noche, y aunque se encontraba mejor, estaba débil para tantos kms.
Nosotros seguimos el camino hasta Bandeira, donde pensábamos pasar noche, pero ... No íbamos a llegar a tiempo a Santiago al día siguiente, para la fiesta enorme que se prepara en la ciudad. Por eso acordamos hacer un esfuerzo mayor y seguir hasta Outeiro, haciendo los 16 km restantes por la tarde y llegando juntos con todos los amigos del camino.
Aprovechamos el excelente albergue de Bandeira para descansar un poco y darnos una reparadora ducha, preparándonos para lo que nos esperaba por la tarde.
Fuimos a almorzar al restaurante Victorino, sitio donde se aprovechan del peregrino: anuncian menú del peregrino por 10 €. Pedimos compartir uno, pues habíamos de caminar esa tarde 16 kms más por lo ya explicado. Cuando pedimos la cuenta nos dice que debemos 16.50 (por supuesto, sin factura). Como no nos salen las cuentas, les decimos que las aclaren, y dicen que 4 € han sido por compartir menú. Le pido la carta de precios donde así lo especifique y, por supuesto y tal como pensaba, ese concepto no viene recogido en ningún lado. Pedimos la carta de reclamaciones.
Después del mal trago de ser estafados por aquellos que ofrecen servicios al peregrino con mala voluntad, y ayudados por el enorme calor de las 3 de la tarde, decidimos coger bus hasta Outeiro.
Allí encontramos a Marco, a Diana y a David. También a dos peregrinos, tío y sobrino, que habían compartido con Diana la comida que la enfermó: un día después de Diana les tocó a ellos. Están vomitando, con naúseas y yendo al baño continuamente. Espero que mañana se encuentren mejor, pues mañana llegamos a Santiago.
El albergue de Outeiro también es muy bueno. La alberguera prepara platos de una carta que tiene expuesta en recepción. También puedes pedirle unas cervecitas.
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