Otra vez tarde en el camino.
El albergue de Cea es bonito y tiene su encanto, pero está mal atendido y sucio. Además, anoche nos tocó un bus de turigrinos cristianos a juego con camisa azul todos ellos. El bus los deja unos kilómetros antes del albergue y ellos llegan diciendo que están muy cansados y hasta con ampollas. No van en pequeño grupo; van en manada, así que masifican el albergue, se encierran en su grupo, no comparten ni quieren compartir, aparecen un día y hacen tantos kilómetros al otro que, afortunadamente, desaparecen para siempre, siendo, eso sí, sustituidos por otros en la siguiente etapa ya cercana a Santiago, y quitándole de paso, todo el sabor al camino.
Desayunamos cafés con leche cargaditos con las orejas, unos dulces muy ricos, que compré anoche en la puerta del albergue a la señora que las ofrecía a 0,50 cada una.
Durante el desayuno hablamos sobre la etapa del día, pues tenía dos variantes: una corta de 15 km y otra de 20km, que pasaba por el monasterio de Oseira, un lugar al que llaman El Escorial de Galicia. Hubiera sido una pena no ir, así que Sergio, David y yo decidimos ver Oseira. Diana prefirió hacer la ruta corta; le habían desaparecido de la tendedera sus calcetines de caminar y estaba muy triste.
Como viene siendo habitual, preciosa y fácil ruta hasta Oseira. Después, otro cantar.
Oseira es un importante monasterio de la orden cistercience fundado en el siglo XII, si yo no me he informado mal. Luego fue teniendo una serie de añadidos arquitectónicos posteriores de mayor o menor importancia. Asistimos a una visita guiada por un chico joven que parecía sacado de una obra de teatro de la antigüedad, muy seguro de sí mismo y sobradísimo de formas y de tono en todo momento. Hubimos de robar estas fotos, pues no se permitían durante la visita, no imaginamos muy bien porqué... Sólo podré poner algunas de las varias que pude sacar sin que me viera hacerlo.
Una vez terminada la visita, era la una de la tarde, y quedaba más de la mitad de la etapa: unos 11 o 12 km, o lo que es lo mismo, unas 3 horas de pateo. Fuerte calor y empinadas subidas y bajadas por montaña.
Faltando 4 km de etapa, encontramos un restaurante y decidimos aprovecharlo. Eran las 4 de la tarde y por aquí nunca se sabe si vas a poder comer al llegar al pueblo.
Salimos por la noche un ratito para cenar hamburguesa y para tomar unas cervecitas bien frías. Estaban frías pero no mucho. Dio igual!
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