Diana había vomitado toda la noche; seguía con vómitos y naúseas por la mañana.
Fuimos los últimos en salir del albergue, y buscamos un bar para desayunar. No tuvimos suerte en el primero pero sí en el segundo. Además mucha suerte, porque era además de bar, un supermercado, con lo que compramos los ingredientes para la cena en A Laxe, donde hay restaurante pero no tienda.
Diana llamó al hostelero de Silleda, cuyo albergue es privado, y que por 15 € más los 8 del hostal, la vino a recoger al bar.
Nosotros tres seguimos a A Laxe. Eran ya las 9.30, pero hoy sí, queríamos llegar a hora prudente, así que hicimos casi 12 km en 3 horas, por un camino fácil, sin las duras pendientes de días anteriores, y permitiéndonos sólo, algún breve descanso.
A las 2 estábamos en el muy buen albergue de A Laxe y, sorpresa, estaba vacío, aunque poco a poco y durante toda la tarde, se fue llenando.
Ducha, lavar ropa, tender y a almorzar al restaurante María José. Muy, muy, muy buena comida por 10 € el menú.
El pueblo no tiene mucho que ver, así que cada uno pasó la tarde como quiso: Sergio, a pasear; David, con su teléfono y durmiendo (está con sobrecarga en las piernas); yo, leyendo y durmiendo.
A las 8.30 nos pusimos a preparar espaguetis Giuliano, que una vez más, fueron un éxito.
Había tanto calor en los cuartos, que Sergio y yo llevamos dos colchonetas a un cuarto vacío. Los mosquitos sobrevolando, yo con el blog, Sergio intentando matar algún mosquito asesino...
Comentarios