No lo creerán, pero los amigos de anoche nos despertaron con una serenata a las 7 de la mañana: qué gente tan divertida. Nos lo pasamos genial con ellos. Gracias, chicos!
Salimos del piso a las 8, buscamos sitio para desayunar y no acabamos hasta las 9, y nos esperan 22 kms.
Cuando logramos salir de la ciudad, lo hicimos por el puente romano, como en Mérida o Salamanca.
Después de caminar unos kilómetros, dejamos detrás todo resto de ciudad, y comenzó un largo y duro ascenso por una interminable cuesta asfaltada que nos llevó al primer pueblo, a cuya entrada plantó su negocio una vendedora de pulpos.
En ese pueblo pasamos más de una hora refugiados en un bar, porque comenzó a llover y no podíamos caminar. Cuando reanudamos la marcha nos adentramos en las sorpresas diarias del camino.
Llegamos a Cea a las 5 de la tarde: qué barbaridad! Y hasta las 8 no había cena en ningún establecimiento de por aquí.
El albergue lleno hasta los topes de una manada de turigrinos cristianos que hacen el camino (al menos gran parte), en bus.
Y una visita que me llenó de alegría y me hizo mucha ilusión. Sólo la pena de que a Sera no lo acompañó hoy Enriqueta. Me hubiera gustado mucho verlos a los dos, pero Serafín me enseñó fotos de ambos haciendo en Camino del Salvador y el Primitivo, y se te ve fenomenal, Enriqueta, en forma y muy feliz. Un beso grande a los dos; los quiero mucho!
Cena, blog y quizá algo de Huesos en el jardín, aunque con lo cansada que estoy, seguramente poco...
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