Día raro, raro, raro! Hoy las cosas se torcían sin más para todos, y sin embargo me reí mucho durante la etapa, porque todo aquello que no salió según lo previsto, nos proporcionaba un golpe de humor que, vistas las circunstancias, se valoraba el doble.
Empezar diciendo que, otro día más, la etapa comenzó de madrugada: minutos antes de las 5 abandonamos el albergue abarrotado de Grimaldo, siguiendo la carretera a la que se asoma el pequeñísimo pueblo, y un par de kilómetros después, ya estábamos caminando por un campo completamente a oscuras, ayudados de linternas. Todo transcurría sin más, con el primer descanso del día acompañado de un dulce y un jugo. El paisaje, cuajado de alcornoques y vacas, y nuestra conversación, era toda la novedad, hasta que Giuliano se cayó al tropezar y el peso de su mochila lo lanzó contra el suelo con fuerza. Se hizo un raspón que chorreaba sangre en la frente y en las rodillas.
Giuliano tendido boca abajo en el suelo y nosotros intentando ayudarle; Giuliano intentando levantarse mientras decía: “Porca miseria, io sono estúpido”, gesticulaba y maldecía en italiano, enfadadísimo consigo mismo por su caída. Después del enorme susto ese cabreo nos hizo reír, aliviados al ver que no fue lo serio que pudo haber sido.
La etapa de hoy sufría modificaciones frente a la original, ya que un particular decidió cerrar su finca al peregrino y debíamos dar un rodeo de unos 6 kms, que nos empeñamos en no dar, así que seguimos el trazado original confiando ciegamente en el gps de Serafín: aquí llegó el segundo inconveniente. Pasamos por un terreno sin señalizar y modificado para cultivo. Tuvimos que saltar como pudimos una zanja por la que corría un arroyo para ir a parar a un terreno inundado por el que teníamos que sortear vacas y charcos, para dar de frente con el río Jerte y tener que buscar un puente que lo cruzara. Todo muy divertido, sí, pero sumando kms como tontos.
Acto seguido a cruzar el puente, con Galisteo a tiro de piedra, un cruce muestra señales ambiguas del camino, en dos direcciones distintas. Tomada una decisión, seguimos adelante unos 300 metros, pero el cansancio y las dudas (y el gps de Serafín), nos hacen volver hacia atrás y tomar la otra dirección, que nos conduce por una camino de tierra hasta una empinada cuesta que termina muriendo en la base de Galisteo. Digo base porque luego hay que ascender otra cuesta para cruzar las murallas de la ciudad por la Puerta del Rey. Una vez allí, preguntamos por el albergue y... Otra vez para detrás, porque estaba justo en el comienzo de la cuesta, detrás del bar Los Emigrantes. Marcha atrás nuevamente, llegamos al albergue: "Cerrado por avería", dice el cartel de la puerta. Con todavía un algo de esperanza, marco un número de teléfono que también está en el cartel para que me digan que nanai, que es insalubre ahora mismo por no sé qué avería.
Volvemos al bar Los Emigrantes y, mientras tomamos una soñada cerveza, decidimos dónde instalarnos: en un hotel del pueblo o en las habitaciones de la pensión del bar. Nos decidimos por el hotel. Llamamos y nos indican que está a 500 metros de allí, por la carretera de entrada al pueblo. Comenzamos a camino por dicha carretera cuando vemos lo alejados que vamos a estar, con lo que reconsideramos la decisión y decidimos volver a la pensión Los Emigrantes e instalarnos allí. Vuelta atrás...! Llegados a la pensión, nos dirigimos a solicitar las habitaciones: ya no le queda más que una doble, y somos 4. Porca miseria!!! Otra vez carretera adelante (o a detrás, según se mire), en busca del hotel. Nos instalamos en 2 habitaciones dobles, yo con Giuliano. Cuando nos registramos y nos dan las llaves, descubrimos que la nuestra tiene las camas deshechas y no está limpia. Nos la cambian inmediatamente por otra en condiciones. Nos asomamos a la ventana y ¿qué vemos? Que el punto exacto donde dimos la vuelta pensando estar equivocados estaba a 100 metros del hotel y 600 del pueblo, que íbamos bien, lo que significaba que hicimos casi 2 kms más y con cuesta incluida, sin necesidad. ¿Qué más nos va a pasar hoy? Por favor, espero que naaaaaadaaaa!!!
Al final del día, después de descansar en la habitación, visitamos este pueblo que está bastante sucio y abandonado, si bien cuenta con una muralla de fortificación almohade y una iglesia medieval. Luego tomamos unos tintos de verano fresquitos. La receta es: vino tinto + la casera + hielo abundante + rodajas de limón. La proporción es variable y al gusto a partir de 1/4 de vino.
Luego regreso al hotel, ducha, cremas, blog y un largo reparador sueño, al menos eso espero.
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Inés.