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Casar de Cáceres - Embalse de Alcántara (23.5 kms)

Bufff!!! Vaya día!!! Nos levantamos antes de las 5 de la madrugada porque queríamos evitar el calor. La noche había sido calurosa, muy, muy calurosa. Para nos molestar, tomamos alguna fruta y un yogur en la misma plaza, frente al albergue. Comenzamos a caminar a las 5.25, por el reloj de Giuliano. Era, claro está, noche cerrada.

Nada más empezar, noto como el aquarius de 1.5 l que había metido en el camel bag se salía a chorros, mojándome los pantalones, la camisa y las cosas de la mochila, además de la propia mochila. Lo intento solucionar, pero nos hay manera: aquello sigue chorreando líquido pegajoso, líquido que se suponía, necesario no, vital en una etapa como la de hoy. ¡Creo que estamos en alerta amarilla por calor! Vimos amanecer por el camino. Vimos vacas y miliarios romanos apilados al borde del camino. Se trata de postes redondos tallados en piedra que indicaban o marcaban distancias en la antigua vía romana. Paramos a desayunar, y al poco vimos ya aparecer el embalse. Parecía que nos quedaba nada, ¡Gran error! Todavía no pegaba fuerte el calor y no contábamos con una desvío necesario por las obras del AVE Madrid-Lisboa. Cuando sorteamos las obras salimos a una carretera; por entonces el calor era fuerte. En el asfalto el calor se multiplica, y más si llevas ese día 17 kms de pateo. Todavía faltaban 6, y todos por asfalto. La temperatura no paraba de aumentar y la cabeza me dolía. La carretera tendía una puente sobre el río Tajo. El albergue de Alcántara está a mitad de una cuesta de piedra y tierra que baja de la carretera al embalse. Es una construcción de hormigón, funcional y con todo lo que buscas después del día descrito: duchas con abundante agua, bebidas frías, camas cómodas, limpieza y tranquilidad. En el precio, 15€, incluyen el desayuno de mañana y te lavan la ropa, así que solucioné el desastre del camel bag: lavé todo, hasta el neceser, y limpié bien la mochila con una trapo húmedo. Antes me había hidratado como una desesperada, que era justamente lo que era cuando llegamos por fin al albergue. Una laaaarrrrgaaaa ducha y almorzamos. Sólo tienen comida precocinada y ensaladas. Yo preferí lasaña y ensalada. Luego a descansar intentando superar el persistente calor con una ventilador que sólo mueve aire caliente. Más tarde, otra ducha, rehacer la mochila, con todo limpio, ¡uffff!, una ratito de charla y el blog. Ducha y capítulo de Grimm.

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