Cuando sonó el despertador, a las 4.15, quería estrangularlo. Tenía sueño y no tenía ganas de caminar.
Había regateado el desayuno con el encargado del hostal, así que encontramos jugo y madalenas en recepción, antes de salir. Ya saben: el que no llora, nos mama!
Comenzamos la subida al Puerto de Béjar de inmediato, de noche cerrada, alumbrándonos con linternas. Las subidas no me son complicadas: en La Palma son más largas y pronunciadas, así que vengo entrenada para éstas.
Por primera vez en el viaje me puse una camiseta de manga larga! Coronamos la subida sobre las 6 de la mañana, una hora después de salir. Llegamos a una gasolinera, pero estaba cerrada. A esas alturas ya habíamos abandonado Extremadura y estábamos en Castilla-León. El paisaje verde, frondosa, lleno de arroyos y prados: magnífico.
No recuerdo si les había comentado que habíamos quedado para salir del hotel a las 5.30 con nuestros amigos, así que a esa hora ya estábamos en el comedor del hotel, donde su dueño nos preparó un café con leche tempranero que no saben cómo se agradece. Olvidé decir que ayer cogimos un hotel porque la junta del Extremadura, de la que dependen los albergues públicos, lo cierra los lunes y martes. El hotel se llama Las Palmeras y está en el centro de Zafra, en una esquina del la Plaza Mayor. Recomendable si alguna vez pasan por allí. Salimos a la hora prevista y abandonamos el pueblo de Zafra ascendiendo por una cuesta de cemento que puso a nuestros pies el pueblo de Los Santos de Maimona justo cuando empezaba a amanecer. Lo atravesamos en silencio a aquellas horas y sin habernos dado cuenta ya teníamos andados casi 7 kms. Ha sido la de hoy una etapa paseo para mis compañeros, porque físicamente nos encontramos fuertes y bien, pero en ese momento se reprodujo el dolor de ayer en el mu
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