Nos levantamos temprano para no repetir el error del día anterior y que nos dieran las tantas de la tarde caminando a pleno sol. Desayunamos en una cafetería frente al albergue y comenzamos de sopetón la dura subida. Nos acompañó Jaffer, nuestro amigo de Oregón, durante algunos kilómetros.
Enseguida nos metimos en el bosque de lleno. No deja de asombrarme como partimos del nivel del mar y no paramos de subir hasta verlo allá abajo, muy lejos. Te preguntas cómo has sido capaz...
Y subiendo, subiendo, llegamos al punto más alto de la etapa, el pueblo de Itziar, donde paramos a descansar. Lógicamente habría que bajar y bajar, porque Deba también es un pueblo con mar.
El albergue de Deba está en el edificio de la estación del tren, pegado a una ría. Es un bonito pueblo que ese día estaba muy animado. Nos instalamos, pusimos lavadora y secadora y salimos a almorzar. Mañana será la que llaman "etapa reina del Camino del Norte ", y para prepararla adecuadamente, salimos Anna, Emilia y yo a coger fuerzas a base de pinchos de tortilla, pimientos de Padrón y sidra.
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