Salimos de Portugalete por una larga avenida y aprovechamos para desayunar en una cafetería-dulcería de esas tan buenas que hay por allí. La etapa fue muy cómoda: sumados a los pocos kilómetros del día, también ayudaba lo llano del terreno, que transcurría casi en su totalidad por un carril bici.
Llegas primero a la playa de La Arena, que pertenece a la primera punta de la playa. Allí descansamos en una terraza y nos asomamos a la playa. Luego caminamos entre dunas y llegamos a la otra punta de la playa, que es ya Pobeña, un lugar precioso que nos metió otra vez en el camino y del que disfrutamos muchísimo.
Llegas primero a la playa de La Arena, que pertenece a la primera punta de la playa. Allí descansamos en una terraza y nos asomamos a la playa. Luego caminamos entre dunas y llegamos a la otra punta de la playa, que es ya Pobeña, un lugar precioso que nos metió otra vez en el camino y del que disfrutamos muchísimo.
Al albergue llegamos pronto: fuimos el segundo y el tercero. Era cómodo y tenía incluso microondas, que no utilizamos ni ese día ni en la mañana del siguiente. Lavamos ropa y tendimos, nos bañamos en esta bonita playa que ver y almorzamos un menú en un bar detrás del albergue bastante malo, por cierto. El albergue tenía dos carpas con colchones en el suelo, todo muy bien puesto y de agradecer por el peregrino.
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