Salimos de Portugalete por una larga avenida y aprovechamos para desayunar en una cafetería-dulcería de esas tan buenas que hay por allí. La etapa fue muy cómoda: sumados a los pocos kilómetros del día, también ayudaba lo llano del terreno, que transcurría casi en su totalidad por un carril bici. Llegas primero a la playa de La Arena, que pertenece a la primera punta de la playa. Allí descansamos en una terraza y nos asomamos a la playa. Luego caminamos entre dunas y llegamos a la otra punta de la playa, que es ya Pobeña, un lugar precioso que nos metió otra vez en el camino y del que disfrutamos muchísimo. Al albergue llegamos pronto: fuimos el segundo y el tercero. Era cómodo y tenía incluso microondas, que no utilizamos ni ese día ni en la mañana del siguiente. Lavamos ropa y tendimos, nos bañamos en esta bonita playa que ver y almorzamos un menú en un bar detrás del albergue bastante malo, por cierto. El albergue tenía dos carpas con colchones en el suelo
"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida". Miguel de Cervantes Saavedra