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Mostrando entradas de julio, 2013

Tábara-Santa Croya de Tera (23km)

Fin. Última etapa del camino. Día decisivo. Tenía que preguntar a mi pierna y dijo con claridad que no. Aguantó sin excesivo dolor unos 10, 12 km. Incluso entonces, después de un descanso..., más o menos. Pero los descensos dan mucha caña a la lesión, así que llegué casi cojeando al pueblo, y ese no es el plan. El paisaje cambió por fin. Estamos acercándonos a Galicia, y eso se nota en lo verde. Además, más aldeas, que aunque sin serviciós, te ofrecen la oportunidad de sus gentes. Mi deseo y mi empeño fue y es seguir en el camino, y voy a seguir en ello. Estoy en el Sanabrés después de concluir la Vía de la Plata. Los contratiempos solo son parte del proceso, no el fin del mismo. No diré que no me voy con pena, porque no diría la verdad, pero el saco de experiencias es muy abultado, y me queda para mi. El año que viene, más. Mer sigue. Es valiente y sé que, como yo, se ha enganchado a esta manera marciana de vivir el verano. Animó, amiga!!! Buen cami

Zamora-Tábara (Guagua)

En el estupendo albergue del Zamora te despiertas con una mesa llena: han puesto un servicio para cada peregrino, y esta mañana había calma, no desazón por no salir a caminar. Degustamos sin prisa el desayuno que preparan nuestras hospitaleras preferidas: gracias, Flor; gracias, Ligia. De verdad, gracias. Abandonamos el albergue sobre las 8.30 de la mañana y, deambulando sin prisa, tomamos un cafesito en un bar que descubrimos el día anterir, barato y de gente amigable, lo que por aquí no es, en absoluto, una casualidad. Nos acercamos más tarde a la estación de bus. Allí nos aseguramos de la hora para Tábara y nos liberamos de las mochilas, que esperaron pacientes en la consigna. La pierna se quejaba algo; sin llegar a ponerse protagonista, ahí sigue el malestar. Y otro contratiempo apareció: mis gafas de sol de hace 20 años, verdaderas reliquias retro o vintage, o como se llamen, pero en definitiva, mis queridas gafas de sol, se partieron por la mitad. ¿Y ahora qué? Pue

Granja de Moreruela-Zamora (Guagua)

Una de las peores sensaciones del camino es oír muy temprano levantarse a tus compañeros para caminar y tú quedarte en la cama por no poder hacerlo. Es por eso que dormí con tapones y puse la toalla a modo de cortina. Al despertar sólo estábamos Mer, Jonathan y yo. Jonathan se fue sobre las 8.30, solo. Mer y yo no sabíamos qué hacer: descansar en Salamanca; ir a Orense para pasar unos días; coger bus a Puebla de Sanabria... Nos decidimos por lo último, pero se nos escapó la guagua. Mer dio con la clave: nos vamos a Zamora y te ve un fisio! En la misma estación de guaguas nos informan de dónde está un centro de Adeslas, mi seguro. Sin cita y sin ver médico especialista alguno me las arreglo para que me autoricen rehabilitación. A las 12 del mediodía, Gustavo puso manos a la obra. A las 19.00 h de esta tarde, otra sesión. Terminada la sesión de la mañana, volvimos al estupendo albergue de Zamora, donde Flor y Ligia, las mejores hospitaleras del mundo (sin olvidar a María

Montamarta-Granja de la Moreruela (22.5 km)

Voy a tener que dividir en dos la etapa de hoy: una primera parte, hasta el pueblo de Riego del Camino, al que llegué con un fuerte dolor en la pierna, renqueante. Una segunda parte, la final de etapa, de 7.5 km, en bus (no me quedó otro remedio). Etapa bonita de parajes magníficos. Una vez más, y por última vez, salimos los cinco al camino de madrugada. Disfrutar de las primeras vistas del día con el embalse de Ricobayo y la grandiosidad de las ruinas del Castillo de Castrotorafe, cuyas murallas albergaban una ciudad medieval del S XI. ¿Por qué le coges tanto cariño a la gente del camino? Llegué la primera, (¡Pues claro!) al albergue de Granja. Me duché y lavé mi ropa. Los demás fueron llegando detrás de mi. Al mediodía, Sera y Enriqueta recibieron la visita de un conocido. Comimos con él en un restaurante de carretera; por cierto, muyyyy bien! Dormimos siesta y tomamos, luego de comprar algo para la etapa de mañana de Sera y Enriqueta, una birra. En

Zamora-Montamarta (21km)

Estoy lesionada!!! Ayer dimos una vuelta por Zamora buscando restaurante: Después de 31km de etapa, mejor casi ni te muevas. En la misma mesa del restaurante sentí un punto de dolor pegado a la tibia. Por la mañana fue a más durante la primera parte de la etapa. Llegué renqueaba a una gasolinera donde desayunamos. Serafín, una vez más, me echó una mano en forma de masaje con bálsamo del Tigre. Todo bajo la atenta mirada de Jhonatan, al que tenemos adoptado y que nos acompaña a todas partes. El resto de la etapa fue más fácil para mi gracias, como dije, a Sera, pero seguía doliendo. Enriqueta ha perdido alguna uña del pie y va con ampollas que Serafín cura a diario, pero camina como la que más; yo, con mis pies en perfecto estado, sin una sola rozadura, y ya ven... Estoy algo desanimada, porque no quiero que se repita una lesión como la del año pasado. No quiero fallarle tampoco a Mercedes, que tiene una ilusión enorme de llegar a Santiago...; Espero que mañana, cuando s