Como viene siendo habitual, salimos a las 6, pero a pesar de la hora ya no quedaba nadie en el albergue . La salida estaba después de recorrer la calle principal del pueblo y proseguir por un camino de tierra que bordeaba un pequeño arroyo. Cruzamos un minúsculo puente sobre la corriente de agua y seguimos avanzando sin dificultad aunque todavía era de noche. El camino transcurría entre fincas de encinas y alcornoques que iban desapareciendo, como por arte de magia, a medida que la suave pendiente nos llevaba hacia terrenos de menor altitud. En su lugar, campos amarillos de trigo hasta donde la vista alcanzaba. Este paisaje deslumbra por su simpleza y su brillo; por el radical contraste con los que estamos hechos al verde. Además, la hora del día invitaba a disfrutarlo, porque era temprano y no había calor. Seguramente si pasas por allí más tarde de las doce en pleno verano, no opines lo mismo que yo.
A mitad de la etapa más o menos, alcanzamos a nuestros amigos gallegos, que se habían despistado en un cruce de caminos y habían tenido que hacer tres kms. extra.
La charla hizo más corta la etapa, que por bonita y entretenida, no se hizo demasiado dura.
El albergue, al final del pueblo, es un monasterio reconvertido para este menester. Otra vez me llevé una grata sorpresa: les dejo las fotos y juzguen ustedes mismos.
Por otra parte me vuelve a preocupar un pie, esta vez el izquierdo. Lo tengo hinchado por el empeine y la crema antiinflamatoria me está produciendo dermatitis. Debería de haber aprovechado más la tarde para descansar en vez de estar danzando por ahí, si bien dormí una buena siesta.
Mañana esperan 25 kms. hasta Zafra, así que me despido.
¡Buen camino a tod@s!
No recuerdo si les había comentado que habíamos quedado para salir del hotel a las 5.30 con nuestros amigos, así que a esa hora ya estábamos en el comedor del hotel, donde su dueño nos preparó un café con leche tempranero que no saben cómo se agradece. Olvidé decir que ayer cogimos un hotel porque la junta del Extremadura, de la que dependen los albergues públicos, lo cierra los lunes y martes. El hotel se llama Las Palmeras y está en el centro de Zafra, en una esquina del la Plaza Mayor. Recomendable si alguna vez pasan por allí. Salimos a la hora prevista y abandonamos el pueblo de Zafra ascendiendo por una cuesta de cemento que puso a nuestros pies el pueblo de Los Santos de Maimona justo cuando empezaba a amanecer. Lo atravesamos en silencio a aquellas horas y sin habernos dado cuenta ya teníamos andados casi 7 kms. Ha sido la de hoy una etapa paseo para mis compañeros, porque físicamente nos encontramos fuertes y bien, pero en ese momento se reprodujo el dolor de ayer en el mu
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