¡Qué sufrimiento! Hoy ha sido de los días que te preguntas: "¿Qué coño hago yo aquí?". Estábamos ya en camino a las 5.35, pero la salida estaba mal señalizada, así que empezamos a dudar si el camino ancho de tierra pisada por el que avanzábamos de noche era el correcto. Llegado un punto avanzado del camino sin haber visto flecha, mojón o señal alguna, convencí a Inma para retroceder. Volvimos unos 500 metros sobre nuestros pasos, cuando vimos una flecha mal dibujada en una piedra a un lado del camino. Otra vez corregimos el rumbo y avanzamos, viendo amanecer por una pista recta bordeada por trigo y viña. Así llegamos, pasada una hora y media más o menos de la salida, a Calzadilla de Barros, un pueblito que según dice en una placa de mosaico a su entrada, está hermanado con Gran Canaria, que también tiene su particular Camino de Santiago. El pueblo no tiene nada que resaltar, pequeño y sin ningún bar abierto a esa hora para tomar un café. A partir de ahí seguimos por un camino largo que subía y bajaba continuamente, y que daba acceso a algunas granjas. Era zona de caza y nos tropezamos con algún cazador y sus perros. El camino se iba acercando cada vez más a la autopista Vía Plata, y en un punto en la que casi la tocamos, torcimos 90° hacia la izquierda, perdiendo entonces de vista la autopista. Continuamos el camino cruzando un par de arroyos, uno seco yo el otro con algo de agua, llegando a un cruce de caminos en el que había flechas contradictorias: las amarillas, que son las normales del Camino, indicaban a la izquierda, pero una flecha en rojo decía seguir de frente. Haciendo caso a las amarillas nos dirigimos hacia una preciosa laguna con garzas, patos y otros animalitos que, si Sergio estuviese aquí, seguro les daría el nombre. A esas alturas ya me había dado cuenta de que, según el GPS, nos estábamos alejando de la ruta. Pero seguíamos encontrando flechas amarillas, con lo cual era evidente la contradicción, y seguíamos adelante... En medio de la nada el destino nos puso a una chico con una tractor, que nos explicó que el impresentable del Sr. Alcalde de un pueblo llamado Medina de Torres había puesto flechas falsas para desviar de la ruta a los peregrinos y que pasaran por su pueblo. Nos comimos casi 6 kms. extra en una ruta del 25. El chico nos dijo cómo retomar el camino verdadero, así que cansadas y desmotivadas, continuamos como pudimos. Hoy me he dado cuenta de la importancia del factor psicológico, cuando te falla el ánimo, te fallan las fuerzas y cuestionas tu motivación una y otra vez. A ese estado de las cosas se sumó un fuerte dolor en el muslo, un punto fijo que se convirtió en un nudo duro a medida que forzaba, y que me llevaba a cojear y a caminar muy lento. Inma no iba mejor: le dolían los pies y pensaba que tenía llagas. ¿Quién no ve los cielos abiertos si pasa una furgoneta en ese momento y te ofrece llevarte? Nos alcanzó al pueblo del Calzadilla del Barros, para el que faltaban aún 5 kms. De allí seguimos caminando hasta Zafra. Juro que pocas veces en mi vida sufrí tanto. Llegamos mal, yo cojeando; Inma sufriendo también. Tuvimos que atravesar una zona de asfalto caliente antes del llegar al centro. Dimos con una Oficina del Turismo que nos recomendó un hotel en plena Plaza Mayor, desde cuya ventana les cuelgo alguna foto. Una larguísimas ducha, un ibuprofeno, una bolsita del hielo sobre el dolor tirada una hora en una cama, nos devolvió a la vida. Cojeando todavía bajamos a almorzar al comedor del hotel: ensalada, macarrones carbonara, flan y una gran copa de cerveza. Luego una siesta larga y como nueva, casi... El dolor, por la tarde, era mucho menos, así que salimos a visitar esta antigua ciudad medieval. Les dejo fotos.
Me han dicho que las primeras líneas de las publicaciones no se distinguen bien por el color del fondo, pero no puedo arreglarlo hasta no tener un ordenador a mano. Desde el móvil, que es desde donde escribo, no lo puedo o no lo sé arreglar. Lo que sí intentaré es poner las fotos a mayor tamaño.
Aquí ya son las once de la noche y tengo que preparar la mochila, porque salimos a las 5.30. Quedamos con los gallegos para caminar mañana.
Descanso, maravillosa palabra.
No recuerdo si les había comentado que habíamos quedado para salir del hotel a las 5.30 con nuestros amigos, así que a esa hora ya estábamos en el comedor del hotel, donde su dueño nos preparó un café con leche tempranero que no saben cómo se agradece. Olvidé decir que ayer cogimos un hotel porque la junta del Extremadura, de la que dependen los albergues públicos, lo cierra los lunes y martes. El hotel se llama Las Palmeras y está en el centro de Zafra, en una esquina del la Plaza Mayor. Recomendable si alguna vez pasan por allí. Salimos a la hora prevista y abandonamos el pueblo de Zafra ascendiendo por una cuesta de cemento que puso a nuestros pies el pueblo de Los Santos de Maimona justo cuando empezaba a amanecer. Lo atravesamos en silencio a aquellas horas y sin habernos dado cuenta ya teníamos andados casi 7 kms. Ha sido la de hoy una etapa paseo para mis compañeros, porque físicamente nos encontramos fuertes y bien, pero en ese momento se reprodujo el dolor de ayer en el mu
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