Etapa rompepiernas donde las haya!
Salimos del albergue de Vigo antes de las 8 de la mañana, charlando aún el día. Tomamos un café con leche rápido en una cafetería cercana y nos dispusimos a atravesar la ciudad para abandonarla. Atravesamos muelles, largas avenidas y calles, y al revés que ayer íbamos de más a menos en gente, en bullicio y en tráfico.
Y una vez que la ciudad quedó atrás, también abandonamos lo fácil: sin aviso previo comenzaba una cuesta sin piedad que nos aupó hasta un precioso bosque de enormes árboles, sanos y frondosos, regados a veces por pequeños riachuelos y fuentes.
Abajo, muy abajo, se podía ver la ría de Vigo. El camino era blando y amarillo, y por largos tramos, llano, lo que daba descanso a unas piernas que ya van acumulando kilómetros.
Tomamos café en un lugar curioso; casi en medio del bosque, surge un pequeño caserío, arriba del cual se encarama este encantador y pequeño local, que cuenta entre sus tesoros los dos tomos del diccionario de María Moliner. No pude más que hablar con la camarera de ello: era de su madre, mujer culta igual que ella. Las dos salimos contentas de esa sorpresiva charla!
Y ahora, todo era bajada. Temí por la rodilla, pero acabó doliendo la espinilla. Así, caminando y viendo, entramos en Redondela, final de la etapa de hoy.
El albergue es un edificio antiguo en el centro del pueblo. Cumple perfectamente su función, aunque no no tiene cocina, y eso puede ser un "pero" importante para muchos peregrinos. Llegamos uno de los primeros y pusimos nuestras mochilas en cola. La etapa de hoy, aunque dura, fue corta y tuvimos que esperar 10 minutos a que fuera la 1 y abrieran el albergue.
Y lo de siempre: ducha, ropa lavada y a comer. Hoy con la lección de ayer aprendida: justo al lado, un bar de menús por 11 euros. Allí comimos. No es que fuera de estrella michelín, pero no era mala la comida casera que allí se sirve.
Y a descansar hasta la tarde. Aprovechopara escribir el blog de hoy e ilustrar con fotos el de ayer, porque tenía probemas con Internet y desistí de intentar cargar fotos que tardaban un siglo en subir...
Por la tarde, a eso de las 6 y después del descanso, salimos a una vuelta por el tranquilo pueblo, encontrando una solución perfecta para verlo y no cansarnos demasiado.
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