La caminata de hoy empezó a las 7.30 aproximadamente. Desde las 6 o 6.30 había mucho movimiento en el cuarto: todo el mundo parece querer salir zumbando cuanto antes, todavía de noche cerrado. Me pregunto a dónde van tan temprano si es que no se ve ni tres montados en un burro.
Esperamos que la gente y su prisa se vayan yendo. Entonces los baños y el espacio quedan practicables para organizarte y salir.
Desayuno en cafetería de café con leche negrito. Ponen un trocito de bizcochón de cortesía: suficiente a esas horas tan tempranas.
Y a caminar... Carretera hoy de sobra... peligroso incluso por momentos. Rompepiernas de subidas y bajadas que habría, finalmente, de pasarme factura.
El amanecer se iba abriendo paso a través de la niebla.
Hoy fue el día de los ventorrillos ambulantes, que aparecían de la nada en cualquier recodo del bosque.
Hoy fue el día de los ventorrillos ambulantes, que aparecían de la nada en cualquier recodo del bosque.
Pero la etapa fue un rompepiernas. Lo peor, las pendientes de bajada, que me cargaron la espinilla de la pierna izquierda. Una vez tuve que abandonar un camino por ese mismo motivo. Cruzó los dedos... pero duele!
El último tramo de hoy discurría bordeando un río pequeño, de escaso caudal, tras pasar la antigua ermita de Santa Marta.
Se hicieron muy duros los 5 o 6 últimos kilómetros: cojeando y con mucho dolor, llegamos al Albergue de la Virgen Peregrina, a las afueras de Pontevedra
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