Ir al contenido principal

Povoa do Varzim-Marinhas (26 km)

Carlos me despertó esta mañana porque dormía profundamente y ya eran las 7. La mayoría ya no estaba en el albergue. Hice cómodamente la mochila en la sala de estar, para no molestar a mi vecina de litera, que era la única que seguía descansando a aquella hora aún temprana,  pero tardía para un peregrino que se precie.
Salimos del albergue a eso de las 7,40. Hay días que no preparas bien la mochila. Que la notas más pesada y que te hace daño en cualquier lugar de la espalda o de los hombros: pues hoy era un día de esos. 
Nos dirijimos rumbo al largo paseo marítimo, a la vez que iba viendo los primeros wassaps del día, informándome de los últimos acontecimientos de La Bombilla y Puerto Naos, con la esperanza siempre de que la gente decida por fin entrar a sus casas y desenmascarar esta farsa de los gases. Pero eso es otro cuento...
Una vez acomodada la mochila de otra manera más cómoda, entramos a desayunar en la primera cafetería que encontramos abierta. Estupenda, por cierto!
Ya después del primer café con leche, se camina más ligero. Hoy teníamos 26 km por delante y las dudas aparecen, pero la rodilla sigue genial: cruzó los dedos...
Acabado la larga avenida, se acaban los edificios y te adentras de nuevo en las pasarelas de tablillas y playas salvajes. Nos llamó la atención la recolección de algas, que tendían al sol y luego eran amontonadas para mezclar con la tierra de cultivo. Fertilizante ecológico y barato, de gran calidad, según nos contó una señora a la que pregunté.
Una vez más, recorrido por playas sin fin de arena amarilla, dunas y plantas amantes de la sal.
De pronto, el Camino cambia el paisaje  y comienza a discurrir por una zona de interior, agrícola y rural.


De repente empezó a llover. No fuerte, pero sí constante, así que estrenamos los chubasqueros que traíamos para "por sí llovía ".

Ya el cansancio era notable. Llevábamos unas 6 horas de camino y necesitaba ya llegar al albergue, que sabíamos cerca pero no lo suficiente. 

El albergue era privado. Cuesta 12 euros y es uno de los mejores en que he estado de los muchos caminos que he hecho. 
Como los restaurantes cercanos estaban cerrados, hicimos pasta al estilo Giuliano. Sencilla y rica. Invitamos a un peregrino holandés que entró a la vez que nosotros al albergue. 
Carlos se dio su vuelta de las tardes y yo me quedé descansando. Y poco más: una cena rápida de pan, tomate, sardinas y queso. Una charla amena con Omar, el alberguero argentino, y poco más.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Zafra-Vilafranca del los Barros (20 kms.)

No recuerdo si les había comentado que habíamos quedado para salir del hotel a las 5.30 con nuestros amigos, así que a esa hora ya estábamos en el comedor del hotel, donde su dueño nos preparó un café con leche tempranero que no saben cómo se agradece. Olvidé decir que ayer cogimos un hotel porque la junta del Extremadura, de la que dependen los albergues públicos, lo cierra los lunes y martes. El hotel se llama Las Palmeras y está en el centro de Zafra, en una esquina del la Plaza Mayor. Recomendable si alguna vez pasan por allí. Salimos a la hora prevista y abandonamos el pueblo de Zafra ascendiendo por una cuesta de  cemento que puso a nuestros pies el pueblo de Los Santos de Maimona justo cuando empezaba a amanecer. Lo atravesamos en silencio a aquellas horas y sin habernos dado cuenta ya teníamos andados casi 7 kms. Ha sido la de hoy una etapa paseo para mis compañeros, porque físicamente nos encontramos fuertes y bien, pero en ese momento se reprodujo el dolor de ayer en el mu

Vilafranca de los Barros-Torremejía

Hoy nos hemos saltado la etapa. Pensamos que iba a ser lo mejor dado que Inma estaba sin fuerzas por los problemas de estómago que tuvo ayer, y a mi me sigue doliendo el muslo, pese a que lo tengo menos inflamado. Creo que fue una decisión acertada aunque difícil del tomar. Tanto que estuve a punto del salir a las 4.30 con los gallegos. Me levanté a las 4 y me vendé el muslo por encima de la rodilla, pero seguía con molestias. Me esperaban 27 kms. sin pueblo alguno por medio y temí poner en peligro no sólo mi etapa, sino también la de mis amigos, por eso tomé la decisión dura de saltarme la etapa. Hoy llegará Peter a Sevilla y mañana nos encontraremos en Mérida. Espero que hayan pasado para entonces mis problemas musculares. Sé que Inma sí se recuperará, porque es un mal del estómago pasajero. Lo mío quizá sea más complicado. Sigo tomando voltarén y con el muslo vendado. Quiero seguir a toda costa, así que espero que la suerte y la salud nos acompañe.

Caminha-Oia (23,5 km)

Salimos del horrible albergue de Caminha a las 7.30, y caminamos cerca del río hasta el embarcadero donde se cogen los barcos taxi que se llenan con 6 personas y te trasladan, por 6 euros, hasta Galicia. Allí empieza la primera etapa en España del Camino Portugués.  Sr trataba de una especie denplaneadora que iba a toda leche sobre el agua. Apenas duró 5 minutos el viaje y fue muy divertido porque no hubo tiempo para marear siquiera. El patrón nos recomendó seguir por una variante no señalada algo más larga, pero que iba pegada al mar. Resultó espectacular, porque ya yo echaba de menos el mar. Y así, bordeando la ría por un paisaje hipnótico, entramos en A Guarda, donde es la tercera vez que estoy: la primera hace muchos años, con Sergio. Tengo preciosos recuerdos de esa vez... La segunda vez, con Carlos, en un viaje que hicimos juntos a Vigo. Lo llev